En anteriores publicaciones de esta página profesional dedicada a la orientación psicológica, destaqué la importancia que tenía para el proceso socializador por su valor adaptativo y funcional la adquisición temprana por parte de los jóvenes deportistas de aquellos valores (respeto, compromiso, esfuerzo), presentes en su sociedad, fundamentales, para su normal desarrollo futuro como individuos en orden a su aquiescencia social.
Convirtiéndose así las sesiones de entrenamiento en un contexto social ideal para su transmisión, donde no sólo se enseña de manera formal aspectos técnicos relativos a la actividad física y deportiva en cuestión sino también de un modo informal éstos mismos.
Para su asunción adecuada además de los padres como personas responsables surge la figura del técnico deportivo, el cual deberá de antemano implantar para sus entrenamientos un código de conducta que en forma de normas internas permitan el normal desarrollo de sus sesiones alcanzando sus objetivos, evitando finalmente con el establecimiento de dichas reglas la aparición de cualquier conducta impropia.
Para hacer esto posible, el psicólogo deportivo, puede aportar su granito de arena como especialista en la modificación de la conducta, a través de una serie de medidas psicológicas (decálogo) de contrastada eficacia terapéutica que a modo de ejemplo orientativo se podría citar las siguientes:
1- INFORMAR y RECORDAR si fuera necesario a través de un documento de la existencia de un conjunto de normas de obligado cumplimiento para todos sin excepción con vistas a lograr el buen desempeño colectivo de la actividad, sin olvidar mencionar las sanciones aparejadas a tal incumplimiento.
2- Dichas SANCIONES han de ser proporcionales a los hechos u actos punibles, es decir, el castigo se ajustará a la gravedad de la conducta sancionable, no ha de ser desmedido en orden a lograr la corrección deseada, evitando así futuros actos de rebeldía en forma de hostilidad y agresividad incontrolada por escasa o baja tolerancia a la frustración.
3- En relación a lo anterior EVITAR el desarrollo del EFECTO DE REACTANCIA (BREHM) tendente a incumplir tales reglas por sentirse el joven deportista minada su libertad de acción, empleando para ello la psicología inversa o intervención paradójica.
4- Fomentar el VALOR DE COMPROMISO a través de un documento firmado por el joven deportista basado en la idea del coste de respuesta cuyo incumpliendo lleve asociado la pérdida de un refuerzo positivo acordado previamente por ser sumamente apetecible para él.
5- Establecer unos OBJETIVOS ATRACTIVOS DE REALIZACIÓN Y RESULTADO que atraigan su atención, consiguiendo con ello mantenerles ocupados durante toda la sesión sin olvidar ajustarlos a su nivel competencial.
6- Planificar para la sesión TAREAS ATRACTIVAS Y REALIZABLES para el deportista, buscando no solo la adhesión a la actividad o motivación básica sino también gracias a los logros en ellas aumentar su autoconfianza y autoestima.
7- Derivado del CUMPLIMIENTO DE LOS OBJETIVOS anteriores para los ejercicios en cuestión, e instaurar un programa de reforzamiento positivo para mantener dicha conducta basado en el principio de economía de fichas, otorgándole por cada acción deseada al principio una recompensa primaria para que una vez adquirida se le conceda ahora un refuerzo secundario para que prevalezca a futuro.
8- IGNORAR O NO PRESTAR ATENCIÓN para evitar reforzar sin querer las conductas no deseadas, por el contrario para consolidar la acción ideal en el tiempo, aplicar el reforzamiento verbal positivo cuando se manifieste en el deportista tal comportamiento produciéndose así el conocido efecto Pigmalión.
9- Fomentar el SENTIMENTO DE PERTENENCIA INTRAGRUPO, generando el clima idóneo a través de las diferentes actividades diseñadas a tal efecto consiguiendo con esto estimular la motivación cotidiana.
10- Si a pesar de todas estas medidas persistiera tal comportamiento disruptivo, sería conveniente aplicar el procedimiento de aislamiento o tiempo fuera con el fin de sacar al deportista de las condiciones ambientales en las que se está reforzando el comportamiento y trasladarlo a un lugar donde no exista tal posibilidad, permitiendo a la vez que durante este breve periodo de tiempo lo dedique a reflexionar sobre las posibles consecuencias no deseadas producidas por llevar a cabo tales acciones como puede ser por ejemplo no disfrutar de la actividad como el resto de sus compañeros.
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